Olga Capdevila

Nadie diría al ver las ilustraciones de Olga Capdevila (Malla, 1986) que ella es fruto de un invierno crudo, de una nevada que cubrió el diminuto pueblo donde nació. El trabajo de Capdevila es colorido como las pegatinas de una frutería en verano, o como las manos de un impresor sin paciencia para que se seque la tinta.

Esta ilustradora barcelonesa acumula varios Laus, un Premio Nacional al libro mejor editado por Cuentos de la Navidad Dorada y muchísima charreta en conferencias.

Ha trabajado para Blackie Books, Netflix, TV3 y para tus pies, ilustrando calcetines. O para tu estómago, poniéndole el grafismo al restaurante Bullicio o a los vinos de Amor por la Tierra. También dirige proyectos de animación, campañas y otras tantas cosas del branding con más blablabla.

Ella dice que lo está haciendo bien, y nosotros asentimos y le decimos que siga, que nos da mucho de qué hablar. Lo comprobamos en ese fantastiquérrimo evento que ha creado Sergio Membrillas y con el que hemos colaborado encantados. De paso Olga nos contó cuál fue su primera experiencia en una imprenta. Suena a celebración y lo cuenta ella misma:

«En mi primera visita, imprimiendo el primer libro editado y publicado en colectivo, descubrí algo que nadie me había contado: que los proyectos se celebran de verdad cuando se imprimen. Mientras iban saliendo las páginas de la máquina Offset sacábamos fotos, mirábamos los acabados con la lupa cuentahilos, nos abrazábamos. Después de muchos meses de trabajo estábamos celebrando algo parecido a un nacimiento».

 

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