Las falleras y los graffitis conviven a diario en las calles de València. Grafitis y Falleras, editado por Tapas Duras, nace precisamente de ese encuentro improbable que, una vez impreso, cobra aún más fuerza. El proyecto lo impulsa Ricardo Cases —ya habitual de la casa—, que en esta ocasión no dirige su mirada al paisaje levantino como escenario, sino a quienes lo habitan. Las falleras toman la calle y se enfrentan, sin complejos, al caos visual de los muros cubiertos de pintura. Lo tradicional y lo punk se cruzan en una serie de imágenes que desmontan la postal típica y plantean algo más vivo, más incómodo, más nuestro.
La escritora Esther García Llovet, autora del texto que acompaña el libro, pone el acento en esas figuras femeninas que rompen con lo previsible y nos obligan a mirarlas. Le cede la voz al proyecto con estas palabras: «Hay chicas que quieren bailar y hay chicas que no… A las falleras de Cases les pasa al revés… Estas chavalas no tienen nada que ver con aquellas muñecas de papel recortables… Son las falleras eléctricas. Y vienen a ponerle la música al mundo».
Desde Tapas Duras lo resumen así: «Grafitis y Falleras es una postal posmoderna. Documenta la coexistencia de lo ceremonial y lo urbano, lo simbólico y lo marginal». Y añaden: «La ciudad se convierte en un escenario donde los contrastes no solo se aceptan, sino que se celebran». Esa tensión atraviesa cada imagen y también se traslada al enfoque gráfico del libro, que desde el primer día supimos que no sería una publicación cualquiera. La propuesta era clara: formato vertical, encuadernación rústica y papel Fedrigoni Sirio Color Iris, un fondo sólido y vibrante que funciona casi como una segunda capa de lectura. Cada decisión en la producción buscaba acompañar ese cruce entre lo festivo y lo callejero, lo institucional y lo espontáneo.
Intención y viabilidad
Ese equilibrio entre intención visual y viabilidad económica marcó también el proceso de trabajo. «En editoriales independientes cada euro cuenta —explican desde Tapas Duras—, y hay que equilibrar bien los costes con lo que quieres conseguir. Dani supo hacerlo, y eso es oro cuando estás autoeditando o trabajando desde lo independiente». El diálogo con las editoras, que llegaron a nuestra imprenta por recomendación del propio Ricardo Cases, fue clave para encontrar las soluciones adecuadas. «Desde el primer momento, Dani de Impresum nos ofreció una gran variedad de papeles y acabados, siempre con una sensibilidad especial hacia el tipo de fotografía que presentábamos: imágenes de calle, vibrantes, con fuerza, que requerían un color con punch, sin perder naturalidad. Exploramos troqueles, texturas y opciones que enriquecieran el objeto sin sobrecargarlo. En ese proceso, la experiencia y el criterio del equipo de la imprenta ayudó mucho».
Una de las cosas que marcaron el proceso fue la posibilidad de combinar técnicas: mezclar impresión offset y digital para lograr distintos efectos según las necesidades de cada parte del proyecto. «Entendimos que ambas tecnologías no solo no se excluyen —cuentan—, sino que pueden ir de la mano. Esa flexibilidad técnica nos abrió un abanico de posibilidades sin disparar los costes». También destacan que todo llegó en tiempo y forma: «Parece algo básico, pero en este mundillo muchas veces no lo es. Cumplir plazos y hacerlo bien marca la diferencia».
Imprimir a Ricardo, y desde ahora con Tapas Duras, siempre es un gusto. Tiene esa manera de mirar que convierte lo anecdótico en algo central. Aquí, el juego está en los contrastes: lo ceremonial frente a lo efímero, lo institucional frente a lo marginal. Y entre todo eso, una mirada irónica, directa, que atraviesa las capas del costumbrismo valenciano para reinterpretarlas sin dramatismos, pero con mucha intención. Como resumen desde la editorial: «El resultado es un fotolibro que no solo habla de lo que muestra, sino también de cómo fue hecho: con cuidado, con criterio y con mucha pasión compartida por la imagen impresa».
Muy contentos de haber formado parte de esta publicación, en buena compañía con Tapas Duras y con Ricardo, una vez más. Que sigan haciéndose libros así: con carácter, con tensión y con calle.