Es normal que no nos paremos a pensar acerca del origen de cosas que hoy en día son tan habituales en nuestro día a día que parece que hayan estado ahí siempre. Pero como todo, tienen un origen. Y un elemento tan cotidiano como el sobre no es una excepción. Los sobres tienen una curiosa historia acerca de su nacimiento y su evolución. Por ejemplo, ¿sabías que al principio habían sobres de arcilla?. 

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Hacia el año 2000 a.c. en Babilonia surgió una necesidad imperante: debían idear un sistema que permitiera que los mensajes oficiales que se enviaban fueran inviolables hasta llegar a su destinatario. Por ello,  inventaron unos ‘sobres’ de arcilla. No tenían nada que ver con los sobres de papel de hoy en día; eran piezas de arcilla, una especie de tinajas en las que introducían el mensaje, escrito sobre una tablilla de barro. Más tarde, empezaron a probar con diferentes materiales para realizar sobres que pudieran tener más de un uso.  Por ejemplo, realizaron envoltorios con tejidos fabricados a base de plantas secas o con pieles.

Sobres babilonios

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El empleo del sobre de papel vino tras la invención del papel. Los chinos empezaron a desarrollar estos sobres para emplearlos en la corte imperial de la dinastía Song del Sur, con el fin de guardar dinero en ellos y obsequiarlos como regalo a los funcionarios del gobierno. A lo largo de los siglos, el sobre ha ido evolucionando. En la dinastía Ching (1644), empezaron a emplear sobres, impresos en tonalidades rojas, tamaño bolsillo en los que escribían a pincel y tinta negra la dirección. Estos sobres iban engomados mediante una tira de papel.

Sobres chinos de papel

El sobre tal como lo conocemos en la actualidad, en realidad, tiene poco más de un siglo. En Europa antes del sobre, las cartas se doblaban y encima del dorso se escribía la dirección y el destinatario. Pero un papelero francés, en 1837, cansado de emplear sellos de cera para cerrar las cartas, ideó el borde engomado.

Sobres europeos lacrados

Los sobres con los bordes engomados se popularizaron en Inglaterra a raíz del inicio del sistema de correo actual en 1840. Se cambiaron las tarifas y aumentó la práctica de escribir cartas, así como la utilización del sobre. Y en 1854 se concedieron las primeras patentes para las máquinas  de fabricación de sobres  a  Edwin Hill y a Warren de la Rue. Los procesos de plegado, engomado e impresión se industrializaron en el siglo XX. Fue mejorándose tanto los procesos como los materiales y el uso del sobre fue ampliándose llegando al mundo de la publicidad y la venta.

Hoy en día, aunque el uso del sobre haya disminuido debido a las nuevas tecnologías en comunicación, no ha caído en desuso. Existen multitud de sobres con distintos tipos de cierres, formatos y materiales preparados para ser usados en diversos ámbitos, que van desde el uso personal al uso comercial.

Una buena manera de diferenciar nuestras comunicaciones, es utilizar un buen envoltorio, ya sea sobre ya fabricado o algo hecho a medida, para  esto último especialmente siempre puedes pedirnos un presupuesto a medida.

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